Embajadores de Buena Voluntad

Llegados a la cúspide de su carrera, deportistas, actores, políticos o una filarmónica entera estampan su firma en manifiestos, visitan zonas deprimidas, organizan conciertos, apelan a las conciencias. Es el papel de los Embajadores de Buena Voluntad.

Ayúdennos a conseguir un mundo mejor”, pedía en 2002 el entonces secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, a la muy nutrida y afamada concurrencia que abarrotaba la sala del organismo internacional que reunía a sus Embajadores de Buena Voluntad.

Un lleno hasta la bandera que dejaba perplejo al propio secretario general de Naciones Unidas, quien reconocía, sin ningún problema, nunca antes haberse encontrado con un auditorio tan rebosante de talento y fama puestos al servicio de la mejora de la humanidad.

Actores de teatro y cine, cantantes de todos los géneros y estilos, deportistas, políticos retirados y en el ejercicio, periodistas, empresarios, fotógrafos, modistos, príncipes y princesas, modelos, mises, famosos de la televisión... Llegados todos de las cuatro esquinas del mundo, y habiendo corrido con sus propios gastos de desplazamiento – en una demostración más de la seriedad de su compromiso– acudían al llamamiento de Naciones Unidas para rendir cuentas y dejar oír sus propuestas, tal y como manda su misión. Una misión que pretende imbuir en los jóvenes los valores de comprensión, solidaridad, respeto y comunicación entre culturas. Un papel que apela a las conciencias de los políticos y de quienes les votan, porque ese es el objetivo buscado cada vez que uno de estos embajadores de buena voluntad estampa su firma al pie de un manifiesto en apoyo de quienes parecen no tener ni voz ni voto en este mundo; cada vez que alguna estrella de la música, por ejemplo, organiza un macroconcierto en apoyo de una causa justa. Es lo que ocurre, en fin, cada vez que alguna de estas celebridades aparece fotografiada con un niño enfermo y hambriento en los brazos, como mandan los cánones.

Cualidad de estrella

Claro está que no todas las estrellas del firmamento mediático sirven para el cometido encargado por las organizaciones humanitarias. El relumbrón exterior que proporciona la popularidad es una cosa, y el compromiso con la causa mantenido en el tiempo, otra bien distinta.

A los candidatos a ocupar el puesto de embajadores de buena voluntad se les exige lo que a la mujer del César: que, además de ser castos, lo parezcan. Y en ese sentido, no consiguió dar la talla, por ejemplo, la embajadora de UNESCO, Naomi Campbell: su temperamental genio y el rosario de escándalos por el alcohol y las drogas protagonizado por la modelo que en 1991 fuera considerada por la revista People como una de las 50 personas más bellas del mundo, llevaron al ex presidente surafricano Nelson Mandela a pedir a la que en tiempos fuera pupila y amiga, que se abstuviera de acudir a la celebración de su 90 cumpleaños, en junio pasado. Tampoco le han ido mejor las cosas a Madonna: de poco le ha servido recaudar millones de dólares para los huérfanos de Malawi, porque su imagen de embajadora de Unicef se ha visto empañada por las denuncias de haber utilizado su fama y dinero para saltarse a la torera la legislación de Malawi y adoptar a un niño de aquel país.

“La gente no es estúpida”, sentenciaba Peter Walker, director del Centro Internacional de Hambruna Feinstein, de la universidad de Tufts.

No, la gente no es estúpida y los organismos humanitarios como Unicef –que desde 1950 trabaja en favor de la infancia y la adolescencia en más de 155 países y territorios– lo saben, de ahí que la elección de los personajes sea una labor de cuidado.

Lo fue y dieron en la diana con la elección en 1988 de la muy querida actriz Audrey Hepburn, a la que la ciudad de Nueva York rendía homenaje con la inauguración, en 2002, de una estatua en bronce, El espíritu de Audrey, situada frente a la sede del Unicef. Entre los muchos asistentes al acto, el también embajador de la organización y actor, sir Roger Moore, destacó la labor solidaria de la protagonista de Desayuno con diamantes “una carrera más brillante –dijo– incluso que la de actriz”.

El mejor de los ejemplos

Otro de los presentes, el cantante, actor y también embajador Harry Belafonte señalaba que “son pocos los famosos comprometidos para cambiar las cosas, y Audrey dio el mejor de los ejemplos”. Incesante fue el activismo de la actriz –víctima de un cáncer de colon y fallecida en 1993–, que, además de viajar por África y Asia, no sólo aportó fondos para la causa infantil, sino que no dudó en denunciar el hambre en el mundo ante presidentes, primeros ministros o reyes.

Todo un ejemplo, como también lo fueron los actores Danny Kaye, que inauguraría el cargo de embajador del Unicef con su elección en 1954; Peter Ustinov, filántropo, escritor, cineasta y embajador desde 1968; Mia Farrow, cuya incansable tarea humanitaria incluye la página www.miafarrow.org con fotos y una guía sobre el activismo en Darfur.

La no menos comprometida Susan Sarandon, premiada por Aministía Internacional en 1999, año de su ingreso como embajadora del Unicef, y que ha viajado innumerables veces a Tanzania, India o Brasil. Infatigables viajeros como el ya fallecido productor, actor y director, lord Richard Attenborough; la políglota cantante Nana Mouskouri, embajadora desde 1993; como la, hasta hoy, más joven embajadora del Unicef, la cantante colombiana Shakira, en el cargo desde 2003, creadora de la Fundación Pies Descalzos; infatigables a los viajes y al desaliento como la actriz inglesa Vanessa Redgrave, habitual en Iraq, territorios palestinos, Sao Paulo, Kosovo o Macedonia desde que aceptara el cargo de embajadora en 1995. Incansables viajeros como la prestigiosa Filarmónica de Berlín, investida en el cargo en 2007, coincidiendo con el 125 aniversario de su fundación.

Pero no todos son actores y cantantes en esta abultada lista del Unicef. El periodismo gráfico está también presente con “uno de los más grandes fotógrafos del mundo”, como reconocía Carol Bellamy, directora ejecutiva del organismo. Se refería, claro, a Sebastiao Salgado, nombrado embajador en 2001, declaraba sentir admiración por la labor de Unicef y ACNUR y estar feliz por la oportunidad que el nombramiento le ofrecía para “participar en el debate crítico e internacional sobre la condición humana”. El deporte también está presente con celebridades como Pau Gasol, el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso, el futbolista uruguayo Diego Forlán o David Beckham, quien empezó a colaborar con la institución cuando jugaba en el Manchester United.

Embajadores de la FAO

Creada en Quebec, el 16 de octubre de 1945, bajo el lema ayudar a construir un mundo sin hambre, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, siglas de Food and Agriculture Organization) realiza programas sobre nutrición y distribución de alimentos, promueve inversiones en agricultura, ganadería y pesca y estimula el uso de las energías renovables. Desde su origen, todos los octubres se celebra el Día Mundial de la Alimentación. Inició su programa de embajadores en 1999, representantes que se comprometen a construir un mundo con garantía de alimentos para las generaciones presentes y futuras.

Empeñados en hacer realidad el lema alimentos para todos, los embajadores declaraban, el 16 de octubre de 2003: “queremos formar parte de la generación que haya logrado acabar con el hambre.”

Un objetivo en el que trabajan multitud de cantantes, como la intérprete de jazz Dee Dee Bridgewater, la estrella del soul Dionne Warwick, Miriam Makeba, defensora de los Derechos Humanos y conocida como Mama Afrika, el pianista y jazzista cubano Chucho Valdés, el compositor, cantante y, desde 2003, ministro de cultura de Brasil Gilberto Gil (embajador desde 2001), el grupo mexicano Maná, los italianos Al Bano o la actriz Gina Lollobrigida, gran activista y en cuyo discurso de investidura en 1999 dijo “sufrí mucho de niña y no he olvidado mis orígenes”. En todo este universo FAO, el galáctico Raúl, capitán del Real Madrid de fútbol aparece como el primer embajador español de la organización. En el cargo desde octubre de 2004, en su viaje a Dakar en apoyo de la lucha contra el hambre en África de la FAO, su director general, Jacques Diouf declaraba que “contar con personajes del prestigio y carisma de Raúl supone una inestimable ayuda para concienciar a la gente sobre la necesidad de erradicar el hambre en el mundo”.

Los siete de ACNUR

Creado el 14 de diciembre de 1950 y con sede en Ginebra, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) empezó a trabajar con la figura de los embajadores de buena voluntad a comienzos de 1980, cuando Richard Burton y James Mason fueron elegidos como portavoces ante la prensa en favor de los refugiados. Hasta hoy los embajadores de la organización son: la polifacética y laureada cantante de ópera y jazz Barbara Hendricks (1987), el actor egipcio Adel Imam (2000), Giorgio Armani (2002), que colabora con campañas realizadas los festivos en las tiendas “Emporio Armani”; Julian Clerc (2003), uno de losmás famosos cantantes franceses de los 60; el músico griego Georges Dalaras y el actor uruguayo Osvaldo Laport (en 2006, ambos), la cantante turca Muazzez Ersoy (2007), el español Jesús Vázquez, popular presentador de televisión, último de los fichajes (2008), que ha prestado su imagen para la venta de camisetas solidarias, y, por último, la actriz Angelina Jolie, la famosa más respetada por su labor humanitaria, según una encuesta de Reuters. Embajadora desde 2001, ha visitado más de 20 lugares. De ella ha dicho Peter Kessler, portavoz de ACNUR: “va a ver las cosas por ella misma. No viaja con cámaras, y es un testimonio auténtico de dedicación a la causa”.

El UNDP para el Desarrollo

Creado en 1965, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP) promueve el cambio para que los pueblos tengan una vida mejor. Estrellas como la tenista rusa Maria Sharapova y el jugador de la NBA LeBron James, forman equipo en una campaña contra la pobreza. Los futbolistas Zinédine Zidane (2001), Ronaldo (2000) y el jugador del Chelsea Didier Drogba (2007), la actriz japonesa Misako Konno (1998) o el príncipe Haakon Magnus de Noruega trabajan igualmente para recordar a la comunidad internacional su firme compromiso de cumplir los ocho Objetivos del Milenio para el año 2015.

PERFIL DEL CANDIDATO

Provienen de todas las profesiones y están en la cumbre de su carrera. Pueden ser deportistas, cantantes, actores, escritores, aristócratas, también periodistas cuyas habilidades les ha abierto las puertas de la fama. Una fama que les convierte en candidatos a Embajadores de Buena Voluntad de las organizaciones humanitarias, que intentan aprovechar el tirón que los famosos tienen entre el público para amplificar sus peticiones.

Los Embajadores de Buena Voluntad se convierten en herramienta y le ponen rostro y voz a las demandas solidarias. El papel de uno de estos embajadores se centra en apelar a las conciencias y recaudar fondos para la causa. Una finalidad para la que cada vez sirven menos los mensajes sensibleros: la imagen de Diana de Gales, movilizándose junto a la Cruz Roja en contra de las minas antipersona y abrazando niños suscitó tanto apoyo como rechazo, porque hubo quien pensó que la princesa lavaba así su conciencia. Tampoco sirve para el puesto cualquier candidato, por mucha popularidad que le acompañe. Las organizaciones humanitarias hacen su criba: buscan personas que no choquen con sus valores, que crean en su mensaje y que se comprometan a no utilizar en beneficio propio el cargo honorario. Además, necesitan saber hasta dónde llega el grado de compromiso del colaborador. Quieren personas conscientes de que un mal paso puede ensuciar las trayectoria de la entidad, y son bastante frecuentes los casos de candidatos desechados por temor a que las ofertas de colaboración con la organización puedan interpretarlas como un medio de autopromoción.

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