El "Viejo Almacén de Buenos Aires"

Por Rafael Rincón "El Trotamanteles"

Un nombre con ya mucha historia y en una excelente forma. En los años setenta y mucho, España salía del letargo de una dictadura larga y Argentina caía en las garras de otra, muy dolorosa y sangrienta. Mientras que los aires de libertad, con la nueva constitución devolvían emigrantes a España la cruda represión de Videla y sus "milicos" echaba a decenas de miles de argentinos a la diáspora.

Muchos llegaban a Madrid y traían con ellos "modos de libertad" desconocidos y ansiados por la juventud española. Traían con ellos los colores, la alegría, desgraciadamente quebrada por la bota cruel.

Coincidió con ello que una pareja de emigrantes, polaco él y asturiana ella, en Buenos Aires, retornaban siete años antes a España. Una vez en el Principadp, como negocio pusieron un bar.

Más tarde acaban en Madrid, como tierra de oportunidades. Abren un pequeño bar, " El Cafetín", 1975, donde empiezan a dar s los clientes algunas especialidades porteñas. animados por ello en 1978, inauguran en la popular calle Villamil, entonces en las afueras del barrio de Tetúan de las Victorias, al lado de Valdeconejos, camino a Puerta de Hierro una casa restaurante, el "Viejo Almacén de Buenos Aires" inspirados en el homónimo en Independencia y Barcarce, en la capital del Plata (http://www.viejo-almacen.com.ar/)

Este "boliche" donde se come y baila, en plena zona del tango, inspira a los Ruda, pero en vez de tango, en su nueva casa se come y se bebe al estilo platense, aparece por primera vez para muchos, el dulce de leche, la carne argentina, cortes (entonces era difícil traer carne argentina como el bife, el matambre, el chorizo, el vacío, el "mate", las empanadas, el "choclo" y los chichulines, la molleja, el chimichurri y tantas cosas...

Mas sobre todo la joven clientela, intelectual y muy politizada de entonces, hablaba, comía, amaba y discutía muchop en sus mesas mientras oía con devoción los lamentos y "milongas de la canción protesta de los Atahualpa, y "los ejes de su carreta..", Larralde y "sin temor a que se ofendan.. o las Zambas " de mi esperanza.."..del recién fallecido Cafrune y la de "para vos .." de los Chalchaleros. Más de una vez salímos a desayunar porras y churros, de madrugada, directamente.

Canciones muy populares entonces, que se tatareaban y cantaban en muchos sitios de Madrid de los inicios ochenta, en múltiples cafés concierto, muy populares entonces. "El Viejo Almacén.." fue, pues, uno de los templos míticos de aquella recién estrenada primavera, política y democrática, quedando como un lugar de referencia de la cultura, folklore y gastronomía argentina en nuestra capital.

Con el tiempo y el desarrollo de la ciudad vinieron nuevas ofertas de allá, más modernas, burguesas y actuales; se empezó a recibir la carne y los productos con regularidad. En 1992, fallece el padre y ella con su hijo, Cesar Ruda, hoy el jefe, toma las riendas.

Comenzaron a llegar vinos, de la remozada viticultura de Mendoza, la Rioja y otras zonas, los malbec, los cabernet sauvignon; llegó la cerveza Quilmes, todo un emblema nacional...y el Viejo Almacén continuó, se adaptó y mantenía, casi en exclusividad ese concepto popular de la casa sencilla de comidas con canto y baile al son de la guitarra y el lunfardo bandoneón...

Los Ruda tuvieron que trasladarse, por nuevos trazados urbanísticos a otro populoso barrio cercano, la carretea de la Playa, en Peñagrande. En el 2.007 inauguran el actual establecimiento.

Hoy el Viejo Almacén ha ampliado su oferta de carnes, con procedencias seleccionadas de los mejores orígenes. En la carta además del angus argentino, en diversos cortes, aparecen novillo uruguayo, vaca angus aberdeen de Nebraska, U.S.A., añojo y vaca rubia gallega e incluso de wagyu.

César ha constituido una práctica tienda "on line" especializada en carnes selectas, que sirve a domicilio, en pequeñas porciones domésticas: locosporlacarne.com. Además con una bien nutrida y variada bodega con vinos argentinos.

En él se ha mantenido el espíritu, los colores, el barroquismo del boliche, con carteles, objetos, bandoneones, fotos, estantes con salsas para la carne, etc..que llenan las paredes hasta el centímetro. La antítesis del miniamalismo.

Es como siempre ha sido, con una actual, sana y rica oferta, que los fieles y vecinos clientes disfrutan y respetan con agrado. El ambiente es como si uno al salir estuviese en una rúa del barrio de La Boca o el viejo San Telmo.

En el restaurante todos los días ( cierra domingos tarde y lunes) de 22 a cierre hay música en vivo ( Omar Berruti, Carlos del Mar y Carlos Echegaray), y los viernes y sábado noche la gente se lanza animada a acompañar a la pareja a bailar el tango.

Así que el lugar sigue vibrante y muy vivo, es curioso que así sea, pues además está escondido en la parte trasera entre dos calles. Es decir se va exprofeso, casi con devoción.

El entorno, decoración, cachibaches, es un todo porteño en el más puro y genuino sentido de la palabra.

LA COMIDA.

Después de una decena de años acudimos a comer, invitados por César Ruda. No conocía el nuevo restaurante, peculiar copia del anterior, muy conseguido. Celso, más joven, no lo conocía y quedó gratamente impresionado.

En la entrada un expositor para fotografiarse, típico de verbena platense, que ya indica la sencillez y familiaridad del negocio.

Un bar salón atiborrado de recuerdos, muebles, expositores, mesas. a la derecha el cuidado aseo, moderno y cuidado.

En el exterior derecho una terraza alegra para unas veinticinco personas, acondicionada, donde para ambientar César y su equipo ha pintado de colores blanquicelestes y alegres llamativos los cerrados locales cercanos.

A la izquierda por un pasillo lleno de "cosas" se entra el es salón principal, con dos ambientes vecinos, de igual barroquismo porteño, en la cornisa se lee escrito la letra de del tango "Caminito..".

Mesas de cuatro o seis, sencillas con decoración ochentera, sillas de madera, manteles y el plato de servicio la maderita para la carne con su orifício para el chumichurri, ya te dicen a lo que se viene aquí.

Empezamos esperando el aperitivo con unas Manzanuillas de Sanlucar,, La Gitana de Hidalgo, para darle un guiño castizo exótico. Con ellas nos sirvieron una bandeja con paté de ave y cerdo y una pasta de queso elaborados en la casa, acompañados de picos de Jerez.

Después con una refrescante Quilmes, EMPANADAS CRIOLLAS de carne y de "humita" fritas, crujientes. Nos gustó más la de humita, más jugosa y rica, la de carne siendo buena estaba un poco "suave".

Con un excelente vino, que nos recomendó Cesar, "Broquel" de Bod. Trapiche, un cabernet sauvignon mendocino , muy agradable, redondo con cuerpo, intenso, pasamos a mayores con una tabla de apetitosa parrilla, CHICHULINES, CHORIZO CRIOLLO BLANCO Y MOLLEJA DE TERNERA. Hacía años que no comía los sabrosos y chisporreantes chichulines de cordero, que me recuerdan a otra frutas de sartán de casquería madrileña; lo que más me gustó es la molleja de ternera, es una pena que este delicado manjar, fino, sabroso y de textura singular, no se use casi hoy en la restauración española, centrada sólo en las de cordero lechal. El chorizo criollo, en su línea, buena calidad magra, elegante aliños, carnoso y fino, pero lo que más..la molleja.

Como plato principal ASADO DE LOMO ALTO angus black argentino y ASADO DE TIRA DE NEBRASKA, aberdeen angus. Muy bien asadas, al estilo porteño pero dejándolos un poco menos hecho. Las dos piezas estupendas, el black de la Pâmpa, muy sabroso, carnoso con textura hecha, jugoso y rico, muy bueno; el aberdeen estadounidense, nos gusto más, una excelente carne mayor, con sabor muy natural, que le aportan su alimentación extensiva en las altas y frías praderas de Nebraska, con más grasa infiltrada por la raza y mayor edad de la res, soberbia.

Acabamos el asado con un tinto malbec de Bodegas del Fin del Mundo, de Patagonia, que no estaba mal, un poco desestructurado, no nos gustó tanto como el mendocino.

Para acabar el ágape, nos convencieron, para probar un postre 100 % casero, familiar y de gran potencia golosa. un excelente, FLAN DE HUEVO muy rico, de tersura y caramelizada textura con un DULCE DE LECHE Y SIROPE... nos lo acabamos con gusto, muy bueno, si van, dejen hueco. Casero, sencillo pero excelente, suculento.

Como bajativo refrescante SORBETE DE LIMÓN, rico son una estética de otrora.

Un buen café acompañado con un pequeño ALFAJOR CASERO CON DULCE DE LECHE, también casero, fina terrosidad y muy bueno de sabor, aunque con la consistencia del dulce de leche.

Para compensar la digestión de tan agradable ágape, estuvimos en una amena tertulia con César en la que nos explicó toda la información anterior.

El servicio, eficaz y agradable, es de larga confianza en la casa, que informa y atiende con profesionalidad.

Cuentan con una buena oferta de menú degustación que comprende un poco de todo, bastante completo,por 28'80 €.

El cubierto medio sale por unos 38-41 €, con todo.

Les recomiendo que si quieren conocer lo anterior descrito y lo hacen un a jueves, viernes o sábado noche, no se olviden de reservar.

por Rafael Rincón JM
fotos de Celso Vázquez Manzanares

EL VIEJO ALMACÉN DE BUENOS AIRES.
Ramón Gómez de la Serna, 4 (entrada por Cardenal Herrera Oría-carretera de la Playa, nº 260)
tel: 917 388 926 y 913 161 317
www.elviejoalmacen.com

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