FUTURO COMERCIAL Y DEMOCRÁTICO COMÚN FRENTE A LOS PROTECCIONISMOS EN IBEROAMÉRICA

América Latina y la Unión Europea (UE) comparten la defensa de una economía global abierta, a partir de unos principios y valores democráticos comunes que están cerca de sellarse con dos compromisos clave: la modernización del Acuerdo UE-México y el Acuerdo UE-Mercosur. Así quedó patente en el seminario que, organizado por la Oficina de Información del Parlamento Europeo en España y la Fundación Euroamérica, centró su mirada en los esfuerzos tanto del grupo comunitario como de los países latinoamericanos por seguir estrechando sus lazos.

Bajo el rótulo ‘La Unión Europea y América Latina impulsando sus relaciones comerciales’, una veintena de voces expertas abordaron desde múltiples perspectivas los beneficios y los desafíos del futuro común, a través del comercio, de ambos bloques. Por encima de los matices y los puntos de vista que aportó cada ponente el pasado viernes 23 de febrero, el consenso fue unánime en torno a la necesidad de unir fuerzas a través de acuerdos comerciales multilaterales que contrarresten y propongan alternativas frente a la incertidumbre, los populismos y el proteccionismo, tres fenómenos que aparecieron una y otra vez a lo largo de las cinco horas de sesiones y debates.

Las intervenciones partieron de una realidad de fondo: el giro impulsado por el presidente Donald Trump en Estados Unidos y el creciente peso de China en las finanzas mundiales. Tampoco hubo dudas acerca de la relevancia de México y de los miembros de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), dos regiones estratégicas para la UE, no solo por los flujos económico-financieros sino por compartir una forma de concebir las relaciones internacionales.

PRESENTACIÓN

Las palabras de bienvenida corrieron a cargo de la directora de la Oficina de Información del Parlamento Europeo en España, María Andrés, y de la presidenta de la Fundación Euroamérica, Benita Ferrero-Waldner. La primera abrió el camino por el que posteriormente discurriría el resto de intervinientes: “Los acuerdos comerciales son imprescindibles para el crecimiento de la Unión Europea y para sus empresas”. Y, en este sentido, subrayó la importancia del Mercado Común del Sur como el cuarto bloque comercial más grande del mundo, con la UE como socio preferente, y de también la de México, la séptima potencia automotriz del planeta.

Por su parte, Benita Ferrero-Waldner, quien fuera comisaria europea de Relaciones Exteriores y Política de Vecindad, y de Comercio, puso sobre la mesa los valores intangibles que sostienen dichas relaciones multilaterales: “Pocas zonas del mundo tienen una afinidad tan alta como las que unen a la Unión Europea y a América Latina”, destacando valores comunes como la democracia pluralista y representativa, la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales, el respeto a las reglas del juego y el rechazo a cualquier forma de dictadura. “En la Fundación Euroamérica estamos convencidos de la necesidad de profundizar aún más en estos lazos, lo que solo puede reportar importantes beneficios para ambos. No podemos perder más tiempo para estrechar nuestras relaciones. El momento es ahora”, apremió.

Una cuestión esta última, la de los plazos, que salió a relucir en varias intervenciones y que Ferrero-Waldner justificó por factores como la apremiante presencia asiática: “La UE es el principal inversor en América Latina, pero ya no sabemos cuánto va a durar esta situación, pues China nos está pisando los talones”. Además, las jornadas abordaron otras dos líneas macro: la construcción de una globalización justa y sostenible, junto al convencimiento de que las economías abiertas crecen más rápidamente que las cerradas.

Un nuevo contexto

El director general de Integración y Coordinación de Asuntos Generales de la Unión Europea, José Pascual Marco Martínez, abrió el turno de las tres intervenciones especiales que tenía reservadas la mañana. Lo hizo exponiendo un escenario contextual “que vive momentos de incertidumbre” con el Brexit, con Estados Unidos “poniendo en duda los principios asentados tras la Segunda Guerra Mundial”, con el protagonismo de voces diferentes como las de Rusia o China… “¿Vamos a paralizarnos por pequeños intereses?”, se preguntó de forma retórica, animando a ese “esfuerzo político de estar cerca de América Latina, ahora que todavía nos mira”. Pidió así avanzar con un mercado, el latinoamericano, de 260 millones de personas consumidoras, y con los valores compartidos a ambos lados del Atlántico, “una ventana de oportunidades”.

El testigo lo recogió el director adjunto para las Américas del Servicio Europeo de Acción Exterior de la UE, Hugo Sobral, quien profundizó en esa imprevisibilidad contemporánea y en una de sus primeras consecuencias: el retroceso del multilateralismo. “¿Qué podemos ofrecer desde la Unión Europea y América Latina? La mercancía más preciosa que existe en las relaciones internacionales, es decir, socios predecibles, fiables y comprometidos con soluciones cooperativas y multilaterales”. Bajo su punto de vista, la modernización del Acuerdo UE-México y el Acuerdo UE-Mercosur son precisamente la mejor expresión de esa voluntad, ya que el paso del tiempo justifica su actualización. “Es una oportunidad única e histórica para establecer un marco legal”, añadió. Cerró su turno de palabra con un dato: la entrada de la Unión Europea en Mercosur permitiría a las empresas comunitarias ahorrar 4.000 millones de euros en barreras arancelarias.

Marisa Poncela, secretaria de Estado de Comercio, refrendó que incluso ahora, cuando “el proteccionismo asola” y cuando “Europa se ha quedado sin su mejor aliado, Estados Unidos”, los acuerdos multilaterales son “mucho más beneficiosos” que los bilaterales, siempre teniendo en cuenta que la globalización “no puede ser a cualquier precio; tiene que ser inclusiva y por eso estos acuerdos intentan no dejar a nadie de lado”. Desgranó asimismo algunos puntos incluidos en las negociaciones: el desarrollo sostenible, la relación mutua entre las diferentes zonas, un avance en la liberalización del mercado agrícola, la mejora en el acceso a algunos servicios y la inclusión de otros nuevos (como el transporte marítimo y el comercio electrónico), así como nuevas dosis de protección de las inversiones mutuas. Tras cerca de dos décadas de negociación, Poncela se mostró convencida de que podrán anunciar el acuerdo con Mercosur en el corto plazo: “Por primera vez estamos realmente negociando; hasta ahora eran aproximaciones sin voluntad política. Las dos partes entienden ahora que es beneficioso. Pero es necesario firmarlo lo antes posible”, pues en el horizonte aparecen los procesos electorales, tanto en América Latina como en Europa.

PRIMER PANEL: LA MODERNIZACIÓN DEL ACUERDO CON MÉXICO, A FALTA DE DETALLES

A partir de aquí el encuentro celebrado en la sede de la Oficina del Parlamento Europeo en Madrid, que suscitó una gran expectación y fue seguido por más de un centenar de asistentes, se dividió en tres sesiones. La primera estuvo dedicada de forma íntegra a la modernización del Acuerdo UE-México. La mesa la moderó la periodista Montserrat Domínguez, desde el reconocimiento de que las negociaciones son “complejas y ambiciosas”. La directora editorial del HuffPost planteó algunas preguntas para abrir el turno de palabra: ¿cómo ‘vender’ los resultados a la opinión pública? Y, dado que las previsiones hablaban de un acuerdo de facto que aún no se había materializado, ¿cuáles son exactamente los flecos pendientes?

“No hay nudo gordiano. El acuerdo comercial está completo al 95 por ciento y solo restan algunos detalles delicados, las cuestiones más complejas de acceso a mercados. Porque a todos nos interesa que sea un acuerdo ganar-ganar”, respondió convencido Carlos de Icaza. El subsecretario de Relaciones Exteriores de México ahondó en la trascendencia de actualizar las relaciones veinte años después, dos décadas de cambios para ambas partes que centró en tres aspectos: la transición democrática en México, el avance de la integración europea y las alteraciones sufridas por la escena internacional. Ante las “muchas coincidencias” entre ambos actores, se quedó con una: “México es el país más europeo de los latinoamericanos, sin ir más lejos, en cuanto a la lucha contra el cambio climático. En [la Asamblea de] Naciones Unidas votamos muy parecido; difícilmente la UE encontrará un país con un patrón más similar al suyo de votaciones”. Antes de terminar su discurso, Icaza enumeró alguno de los “importantes beneficios” de la firma para su país: oportunidades de inversión y de negocio, creación de empleo… “y porque vamos a lanzar un mensaje fundamental al mundo: creemos en el progreso internacional basado en reglas”.

El siguiente turno de palabra lo tomó el eurodiputado del Partido Popular Europeo (PPE) José Ignacio Salafranca, ponente de la Comisión AFET del Acuerdo UE-México, especialmente incisivo en cuanto a los plazos, una ‘pelota’ que dejó en el tejado del Consejo de Ministros: “Los tiempos de la Unión Europea son lentos. Esperamos concluir las negociaciones en breve y después empezará el turno de las ratificaciones. No es posible que estemos tantos años hablando porque nadie va a querer negociar con nosotros. Y tampoco es posible que lleguemos tarde. El Parlamento Europeo es muy rápido en sus trámites, unos tres meses, pero el Consejo de Ministros se demora hasta los tres años”. Pero más allá de las urgencias temporales, también Salafranca se alineó con sus compañeras y compañeros de mesa a la hora de defender para Europa la presencia de socios “predecibles y estables, que estén por un mundo más seguro y estable. Y México es uno de ellos. Nos lo ha demostrado”. El también ponente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo (AFET) para el Acuerdo UE-México puso de relieve la importancia demográfica, económica y geoestratégica del país latinoamericano. Con esas premisas, dijo, “los acuerdos suponen mayores oportunidades para las empresas, mejores puestos de trabajo y, en definitiva, beneficios para todos los sectores económicos”. Además dejó en el aire una cifra: cada 1.000 millones de euros que se exportan se crean 18.000 puestos de trabajo.

La siguiente experta en intervenir fue la eurodiputada socialdemócrata (S&D) Inmaculada Rodríguez-Piñero, quien desde el acuerdo en “las razones geoestratégicas de la necesidad” de rubricar finalmente los esfuerzos, puso el acento en otro aspecto: “No se trata de que el comercio sea un fin en sí mismo, sino un instrumento para mejorar la capacidad de producir, competir y crecer”. De ahí que la ponente de la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo (INTA) incidiera no sólo en la importancia de los bienes o servicios que se intercambian, sino también de las condiciones bajo las que se producen. Fue muy clara al respecto: “Sin una regulación adecuada, sin un marco basado en reglas, en el diálogo, en el respeto y en toda una serie de normas laborales, sociales, medioambientales y de respeto a los derechos humanos, no me interesa el acuerdo. Tampoco al Parlamento Europeo ni a México”. La política se mostró convencida de que “sin multilateralismo fuerte” no se conseguirá “un mundo más justo” y de ahí la trascendencia de incluir tres elementos: el desarrollo sostenible, un acuerdo para las pymes [pequeñas y medianas empresas] y un capítulo de inversiones con, idealmente, un mismo sistema ético y jurídico. “Entiendo el sigilo por estrategia, pero pido transparencia”, concluyó la eurodiputada.

Esta primera mesa en torno al eje UE-México la cerró la eurodiputada del PPE Teresa Jiménez-Becerril, a la sazón presidenta de la delegación en la Comisión Parlamentaria Mixta UE-México. Confesó que se ha tomado el acuerdo como una de sus prioridades. “Desde que se firmó, el comercio bilateral ha aumentado en más del 180 por ciento, convirtiendo a México en el primer socio comercial de la Unión Europea en América Latina; una relación política recíproca pues compartimos los mismos valores”, entre los que enumeró la paz y seguridad, el medio ambiente, el combate contra la delincuencia y el terrorismo, además de los derechos humanos, que también fueron mencionados por otros ponentes. “Tras la crisis el mundo está mucho más integrado económicamente, pero también mucho más fragmentado en lo político”, adujo, ahondando igualmente en los casos de Trump, la salida del Reino Unido del bloque comunitario, el fenómeno de la inmigración, la inestabilidad de Oriente Medio y la proliferación de armas, entre otros. Es por ello que pidió unidad en la gobernanza global, para construir un sistema comercial abierto y basado en reglas: “Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. No podemos cerrarnos en el proteccionismo”. Bajo su punto de vista, la “transparencia es total. Nadie está ocultando nada”; tampoco la cuestión del género, “que se incluirá aunque no se haya implementado desde el principio”, aclaró.

SEGUNDO PANEL: LA IMPORTANCIA DE LA VISIÓN EMPRESARIAL

Pocos minutos antes del mediodía comenzaba la segunda sesión de la jornada, la parte más condensada de la cita y que estuvo dedicada al punto de vista empresarial. En este caso, la moderación le correspondió al jefe de Prensa de la Oficina de Información del Parlamento Europeo en España, Damián Castaño, quien recalcó que en juego estaban las oportunidades comerciales, pero también una serie de valores y normas guía: “¿Cuáles son los riesgos de estas relaciones comerciales? ¿Cuáles las ventajas?”, preguntó en voz alta.

Emily Rees, directora de Asuntos para la UE de Apex-Brasil, la Agencia Brasileña de Comercio e Inversión, abrió la ronda de intervenciones con un repaso a las “tremendas oportunidades” que va a ofrecer, a ambas orillas del océano, el Tratado UE-Mercosur, en el que centró su reflexión. Y es que, aseguró que este proceso de integración latinoamericano ofrece una gran ventaja a las compañías europeas: actualmente no tiene firmado ningún otro tratado comercial con ninguna otra gran economía del mundo de la envergadura de la Unión Europea, que se convertiría en socio privilegiado. “Y esto no solo va a tener impacto en cuanto a los aranceles, sino por el acceso que abre a todo un mercado de bienes y servicios”. Tras mencionar el “enorme movimiento” que vive ahora Mercosur en búsqueda con la Asociación Europea de Libre Cambio -EFTA-, pero también con Corea de Sur y, en breve, con Canadá, hizo hincapié en el hecho de que España es actualmente el segundo inversor europeo en Brasil, y el más grande del mundo en el sector de las telecomunicaciones. “Eso genera muchos puestos de trabajo, no solo en Brasil, sino también en España, lo que demuestra la importancia de este acuerdo”.

Acto seguido tomó la palabra la directora del Consejo Empresarial Hispano-Mexicano, Liliana Oliva. Desde la perspectiva empresarial, enfatizó la relevancia estratégica de un acuerdo que “permite contar con la posibilidad de diversificar el destino de las exportaciones a cerca de 500 millones de consumidores europeos, aminorando así la dependencia de las exportaciones mexicanas con el Norte”, mientras, a la parte europea, le ofrece “la mano de obra cualificada y competitiva del mercado mexicano”. Unos beneficios que recaen principalmente en las pymes, produciéndose a la par una diversificación de las fuentes de Inversión Extranjera Directa (IED). Identificó varios retos y oportunidades de cara al futuro, entre ellos, la promoción efectiva de la política comercial, la difusión de las ventajas comerciales en el marco de los tratados de libre comercio, el desarrollo de infraestructuras para incrementar las relaciones comerciales, y la difusión de programas de cooperación para fomentar el comercio y la competitividad.

El siguiente en entrar en liza: Dominic Alexander Boucsein, asesor senior para Políticas de Comercio Internacional e Inversión de Eurochambers, la Asociación de Cámaras de Comercio e Industria Europeas con sede en Bruselas (Bélgica) y que representa a más de 20 millones de compañías. Enmarcó la “tremenda repercusión” de las dos negociaciones que mantiene la UE con México y con Mercosur en un contexto de comercio justo, libre e inclusivo. Una dirección “prioritaria” para Eurochambers, para todas las firmas a las que engloba, defendió Boucsein, “pues no podemos olvidar que el mercado es uno de los pocos instrumentos disponibles que tenemos sin estar atados a presupuestos estatales, un instrumento que además funciona tanto en países desarrollados como en Estados en vías de desarrollo. Y funciona creando puestos de trabajo”. Pero el asesor defendió que la importancia comercial de las negociaciones tampoco puede hacer olvidar la otra parta fundamental, la política, “particularmente ahora que los movimientos populistas están creciendo y amenazan las relaciones multilaterales. El momento político está cambiando y por eso estamos en el momento preciso para lograr ambos acuerdos”. Se despidió con un deseo de cara al futuro: “Cuando el mercado crece, siempre hay posibilidades de que crezca aún más. Aún hay mucho espacio por trabajar y lo vamos a hacer juntos”.

La perspectiva empresarial la cerró el secretario permanente del Consejo de Empresarios Iberoamericanos (CEIB), Narciso Casado, quien habló igualmente en calidad de representante de la patronal española CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales). Su discurso fue directo: “El futuro de muchas de nuestras empresas depende de la evolución de las economías”, para las que las relaciones UE-México y UE-Mercosur “son una importante oportunidad”. Describió asimismo un contexto con tendencias proteccionistas, en el que las mencionadas negociaciones “transmiten un mensaje claro a favor de la apertura y del comercio basado en reglas, dos aspectos fundamentales para la economía y el empleo en España”. Recordó que lo que persiguen los empresarios es “asegurar la prosperidad de las sociedades”, para lo cual pidió “acordar disciplinas comunes con respecto a las políticas públicas y de subsidio”. En un entorno internacional con modelos económicos diferentes, “se trata -afirmó- de dotar de mayor seguridad y previsibilidad a nuestras relaciones económicas, asegurando una competencia leal entre todos”.

TERCER PANEL: MERCOSUR, CADA VEZ MÁS CERCA DE EUROPA

En tercer lugar, llegó el bloque de intervenciones destinadas a abordar el Acuerdo UE-Mercosur, presentadas bajo el epígrafe ‘una oportunidad única’. “El título no puede ser más oportuno, pues no podemos dejar pasar esta ocasión. Y más después de dos décadas de negociación y cuando estamos viviendo cambios importantes en la marcha del comercio mundial”, introdujo Ignacio Rodríguez Burgos, jefe de Economía de la emisora de radio Onda Cero. Y es que, la tercera sesión también fue moderada por un periodista, que nuevamente decidió dar paso a las voces expertas lanzando al aire una serie de cuestiones: “¿Cuál es el contexto de este final de etapa previo a las firmas? ¿Hay posibilidades de romper el proteccionismo?”.

El embajador de Paraguay en España, Antonio Rivas Palacios, fue el encargado de abrir el hielo con las primeras reflexiones, unas palabras con doble carga de significado dado que precisamente el país guaraní ocupa la presidencia de Mercosur. “Es natural que existan diferentes sensibilidades en cada sector, pero, precisamente, la habilidad de los negociadores consiste en encontrar el punto de equilibrio para que el futuro se traduzca en ganancia para todos”, espetó tras repasar brevemente el proceso evolutivo de las negociaciones. Valoró especialmente el énfasis puesto por España y aseveró que, para el Mercado Común del Sur, la UE es “una oportunidad política y económica, tanto por razones estructurales como económicas”. Según cree, el puente en el Atlántico Sur manda un mensaje claro en forma de apuesta por el comercio internacional contrario a quienes hablan de proteccionismo y lo hace desde valores compartidos, pilares como la democracia y la libertad de expresión. Sin querer revelar el detalle de los puntos pendientes, se mostró optimista al declarar que la ventaja actual es que existe “voluntad de solucionarlos”.

Otra de las personas que participó en el encuentro organizado por la Fundación Euroamérica y por la Oficina de Información del Parlamento Europeo en España fue el ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne. Acentuó el “cambio histórico de abajo a arriba” que encara su nación desde la llegada, a finales de 2015, de Mauricio Macri la presidencia del Ejecutivo. Un Gobierno comprometido con el “desarrollo sin atajos, con el desarrollo sostenido a través de la inversión, y con un objetivo claro: la reducción de la pobreza”. Una meta para la que reivindicó relaciones comerciales con el mundo, a través del “diálogo como eje principal”. Y es en ese sentido en el que considera vital el Acuerdo UE-Mercosur, que beneficiará “a todos los países, incluidas las empresas, que obtienen nuevas oportunidades de mercado” a las ya existentes. Y dejó un dato: actualmente en Mercosur ya operan más de 5.000 firmas europeas, que emplean a más de 1,5 millones de trabajadores. “Pero el beneficio no es solo el aumento del comercio, sino una mayor integración en la cadena de producción global”, remató.

A estas alturas retomó la voz José Ignacio Salafranca, en esta ocasión como ponente de la Comisión INTA del Parlamento Europeo para el Acuerdo UE-Mercosur. El eurodiputado refrendó las palabras de su antecesor, confirmando que, desde la llegada de Macri al poder, la negociación se había situado en una posición “mucho más favorable”. Reconoció el “enorme esfuerzo, digno de admiración”, realizado por la República Argentina y recordó que en las relaciones comerciales no sucede como en las competiciones deportivas, que dejan ganadores y perdedores: “Si hacemos un acuerdo equilibrado, las ventajas pueden ser para ambas partes. Es una apuesta en la que no podemos fallar”. También quiso entrar en el debate de los tiempos, haciendo constar la voluntad general de alcanzar un acuerdo antes de las próximas elecciones europeas que, previstas para 2019, podrían cambiar la orientación política. “Nunca habíamos estado tan cerca de concluir un acuerdo tan importante y ambicioso para los ciudadanos. Desde el Parlamento Europeo estamos haciendo lo posible y lo imposible para alcanzar los mejores objetivos y plazos”, reflexionó, asegurando que también ellos están “a favor de la mayor transparencia posible, pero entendemos que las negociaciones tienen que tener cierta confidencialidad para no ser perjudicadas”. Terminó su segunda alocución con una defensa del rol tomado por el bloque comunitario en los últimos meses: “Criticada muchas veces por no dar respuestas a sus ciudadanos, la UE se ha movido rápido y bien después del repliegue de Estados Unidos”.

Sobre el “difícil momento que viven los defensores del libre comercio” ante el avance de las posiciones proteccionistas a izquierda y derecha, y “los populismos que de los que suelen venir acompañados”, centró su alocución el eurodiputado socialista Francisco Assis, ponente de la Comisión AFET del PE para el Acuerdo UE-Mercosur. “El proteccionismo transformado en ideología es muy peligroso, tal y como enseña la Historia”, resumió, persuadido de que, en estos tiempos de tecnologías de la información, “los proteccionismos son una catástrofe absoluta”. En ese sentido, el también presidente de la Delegación del PE para las relaciones con los países del Mercosur reveló la existencia de una “batalla importante para que los sectores más moderados nos unamos”. Respecto a las relaciones con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, indicó su importancia por similitud cultural y de civilización: “No hay que perder de vista que integramos el campo occidental. No hay que tener miedo a hablar de esa cultura específica, no superior pero sí con características propias. Occidente ha cometido muchos errores, pero es también el hogar donde han nacido los principios liberales de la fraternidad y los pilares de nuestra sociedad”. Vaticinó que lo que está sucediendo en Estados Unidos es “coyuntural, un mal momento que va a cambiar y por eso la UE tiene que mantener esa relación especial” con Norteamérica; y reconoció igualmente el “esfuerzo fundamental” hecho por los latinoamericanos a la hora de integrarse en los flujos comerciales con la UE: “Hace años no hubiéramos dado crédito a su actual posición. Tenemos que responder a esas demandas y empeños sin mayor dilación”.

Finalmente, llegaron las palabras de Davi Augusto Oliveira Pinto, consejero comercial de la Embajada de Brasil en España, que dieron por concluido el tercer y último plenario. Recogió el testigo de su predecesor, apuntando en la misma dirección: “Es el momento preciso para cerrar el acuerdo. Las negociaciones con la UE son una prioridad en la agenda comercial del Mercosur y para Brasil en concreto”. Corroboró que, hasta 2016, el bloque comunitario era el principal socio comercial de Brasil, hasta que el año pasado fue adelantado por China, pero se mostró seguro de que la futura firma “traerá un nuevo dinamismo”. De hecho, admitió que su país vive inmerso en una convicción que no siempre tuvo: la necesidad de más acuerdos de libre comercio, de una mayor apertura a la economía global. Agradeció el papel fundamental ejercido por España y se despidió dejando una advertencia: “Hemos hecho ofertas mejoradas como nos ha pedido la UE y esperamos ver el mismo compromiso por su parte. No podemos seguir negociando indefinidamente”.

CLAUSURA: LOS RETOS PENDIENTES

La intervención de clausura recayó en el eurodiputado socialdemócrata Ramón Jáuregui, quien utilizó la ocasión para abrir una especie de “agenda reivindicativa de lo que no hacemos tan bien o de lo que tenemos que hacer”. El presidente de la Delegación del Parlamento Europeo en la Asamblea Parlamentaria EuroLatinoamericana (EuroLat) enumeró así una lista de retos para ser abordados o mejorados en el corto y medio plazo. Entre los más importantes, achacó que el conjunto de la UE, con la expresa salvedad de Portugal y España, “sigue sin saber muy bien qué quiere y qué espera de América Latina. Hay cierto o un gran desconocimiento que incentiva al desinterés”; una actitud igualmente reprochable en el otro lado, pues “muchos países latinoamericanos tienen una concepción pacata de la política exterior: demasiado cerrados y con dificultad para la integración, lo que les obliga, en términos pugilísticos, a boxear por debajo de su peso”.

Jáuregui incluyó una reclamación expresa tanto para la modernización del Acuerdo UE-México como para la firma del Acuerdo UE-Mercosur: la inclusión en las cadenas de valor de la producción de las pequeñas y medianas empresas latinoamericanas, que son la mayor parte del tejido productivo. Y se despidió pidiendo reforzar las asociaciones público-privadas de innovación y conocimiento: “Europa y América Latina tienen mucho que hacer juntas, pero hay que concretar todo eso. Tenemos que ser capaces de fortalecer y dar contenido a esa agenda”.

 

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