EL RETO DE LA PRENSA ENTRE LA VERDAD Y LA POSVERDAD

Muchas preguntas y puntos de vista diferentes se plantearon durante la XV Jornada de Periodismo organizado el pasado 30 de noviembre por Coca-Cola y la Sección Española de la Asociación de Periodistas Europeos (APE). ¿Ha existido siempre la posverdad? ¿Por qué llamamos a esta era la de la posverdad? ¿Son las redes sociales un canal por el que aquélla se ha abierto camino amenazando la autoridad del debate social marcado tradicionalmente por los medios mayoritarios? ¿Tienen éstos y los medios emergentes capacidad de implementar un nuevo modelo de negocio sostenible y democrático?. La bienvenida corrió por cuenta del presidente de la APE, Diego Carcedo, y el director de Comunicación y Relaciones Públicas de Coca-Cola Iberia, Pelayo Bezanilla.

El Hotel Westin Palace de Madrid abrió sus puertas para acoger este foro de encuentro entre profesionales de los medios para debatir sobre cuestiones de relevancia para la profesión periodística. Bajo el título de 'Censura, autocensura y la mentira de la posverdad' se atendió la problemática de esa extendida "verdad tal como se siente", definida así por el moderador de la mesa, el columnista de 'El País' Rubén Amón. El también colaborador de Onda Cero lanzó a los ponentes una de las cuestiones más relevantes de la jornada: ¿Hemos perdido los medios la capacidad que teníamos de homologar cuándo una noticia lo es? ¿Somos responsables?.

El “Informe anual de la Profesión  Periodística 2016” presentado por la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) estima que un 74,8 % de los periodistas cede a las presiones ambientales, por temor a las represalias, incluidas las de ser despedido o relegado en su puesto de trabajo y que un 57,2 % reconoce que se autocensura. Sólo un 21% de los casi 2.000 periodistas encuestados manifiesta que nunca recibió presiones “para alterar partes significativas de su trabajo”, porcentaje que disminuye año tras año.

La crisis y la  precariedad se dibujan como las principales causas de esta perversa situación, pero a los editores y a los periodistas les incuben graves responsabilidades en la pérdida de credibilidad de los medios, deterioro de mayor gravedad que las precariedades económicas.

¿Cómo puede un periodista mantener su independencia bajo esas presiones que recibe?, ¿qué responsabilidad tienen los editores?, ¿cómo influye que los grupos mediáticos hayan mutado en sociedades anónimas cuya prioridad es la cuenta de resultados?, ¿cómo inciden desde fuera de las redacciones las empresas, los anunciantes, los partidos políticos y los poderes públicos?, ¿fue acertada la queja que presentó la APM por las presiones del entorno de Podemos a periodistas?, ¿presionan también otros partidos políticos?

Todas estas cuestiones fueron abordadas en la mesa titulada ‘Censuras y autocensuras’ en la que, moderados por  la presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), Elsa González, participaron David Alandete, director adjunto de ‘El País’; Jesús Maraña, director editorial de ‘InfoLibre’; José Miguel Contreras, catedrático de Comunicación Audiovisual y fundados de laSexta, y Vicente Vallés, director y presentador de ‘Noticias 2’ de Antena 3.

Segunda sesión. La mentira de la posverdad

El Diccionario de Oxford ha elegido “posverdad” (post-truth) como la palabra del año 2016. La define como “Relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales”. Se trata, por tanto, de un fenómeno nuevo en el que la verdad pierde consideración en favor de la emotividad y en la que la demostración o la objetividad se diluyen frente a la mentira que estimula la sensibilidad y privilegia el sentimentalismo.

El intento de ocultar la verdad ha sido una constante a lo largo de la historia, lo característico de este momento es la utilización de la ficción dirigida, instrumentalizada que, en vez de interpretar la verdad o prescindir de ella, considera  con el escritor británico Aldous Huxley que una falsedad emocionante eclipsa a cualquier verdad fría y disipa todo interés por conocerla.

¿Cómo se está utilizando la posverdad en los diversos procesos y campañas?, ¿cómo están reaccionando los medios de comunicación?, ¿en qué responsabilidades incurren las sociedades que se vuelven permeables a mensajes sencillos y vacíos?, ¿qué repercusión puede tener este fenómeno en el envenenamiento de las democracias?

Participantes de la segunda mesa: Francisco Rosell. Director de “El Mundo”; Montserrat Domínguez. Directora de “El HuffPost”; Xavier Mas de Xaxas. Corresponsal diplomático de “La Vanguardia”; Máriam Martínez-Bascuñán. Profesora de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y columnista de “El País”. Moderador: Rubén Amón. Colaborador de Onda Cero y columnista de “El País”.

"Por supuesto que la hemos perdido", atajó Monsterrat Domínguez. Y "quizá seamos culpables de no haber entendido unos movimientos sociales que se han desarrollado -en buena medida a través de las redes sociales- delante de nuestras narices". Para la directora del 'Huffington Post' no es malo que existan más opiniones que las de los periódicos, ya que las redes sociales se han convertido en un "altavoz prodigioso" para aquellos infrarrepresentados.

Sin embargo, Francisco Rosell matizó que no se trata de que haya opiniones diferentes, sino que "se cuestionan abiertamente los hechos". Para el director del diario 'El Mundo' las redes sociales además "han polarizado a la sociedad", que se refugia en el "confort informativo" que les dan aquellos que piensan lo mismo.

Más crítica con los medios se mostró Máriam Martínez-Bascuñán, quien cuestionaba el por qué llamar a este momento el de la posverdad, que ha llevado a los medios a "evitar hacer autocrítica" de por qué han perdido el espacio público del debate; ese "control del relato" como lo definió Xavier Mas de Xaxas, corresponsal diplomático de 'La Vanguardia'. Para Martínez-Bascuñán, profesora de ciencia política en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el ejemplo perfecto se pudo ver la victoria de Donald Trump, cuando el columnista del New York Times dijo: "Probablemente ni yo ni los lectores del NYT hemos entendido nada de lo que pasaba en este país".

Un éxito de la posverdad, que para Mas de Xaxas "antes se llamaba propaganda o manipulación". En referencia a la victoria de Trump, el corresponsal hizo hincapié en la importancia de las agencias "para las que trabajamos gratis" y que se dedican a explotar el Big Data de nuestro rastro digital, y que luego utilizan los grupos políticos para hacerse con nuestro "perfil psicológico y sociológico". Otorgó un papel decisivo a las redes, algo no consensuado en la mesa. Además, añadió que los medios están ante un gran reto, porque "no hay ni modelo de negocio ni de información", muy pesimista tras la crisis económica y sistémica de la profesión y ante los recursos de que disponen los medios para restablecer un modelo informativo de calidad.

Otra cuestión muy debatida también fue el enfrentamiento de las redes y los medios por el espacio público. Sobre este problema Martínez-Bascuñán insistió en que los medios deben analizar "qué es lo que ha fallado y qué es lo que se puede ofrecer" tratando de conectar con el espacio público, ya que las redes, que no son medios, sí representan un cauce para "crear poder". Pero eso no implica que le "hayan robado la autoridad a los tradicionales", sino que estos la han perdido y "tienen que ganársela". Contundente ante otra de las matizaciones que había hecho previamente Rosell.

"Evitemos espejismos". Las redes sociales no son periodismo", sentenció el director del periódico, para quien los intermediarios de los antiguos canales de información no han desaparecido en los nuevos, sino que "simplemente se ocultan". Rosell apostó por recuperar la reputación de los medios mayoritarios, capaces de "avalar la información contrastada" y de ofrecérsela a su lector aunque le resulte incómodo leerla. Apostar por el periodismo de investigación y huir de ese "confort informativo" de las redes y la retroalimentación de las propias opiniones.

Algo que para algunos como Rosell había empobrecido el debate público, mientras que otros como Monsterrat Domínguez, afirmaron que realmente no ha empeorado tanto, sino que simplemente hemos descubierto la calidad de un debate que antes se producía de manera más privada. Del espacio privado y de cómo acceder a él habló con preocupación la directora del 'HuffPost', en referencia especialmente a las nuevas generaciones. Los hijos ya no leen ni en Facebook ni en Twitter, leen lo que les llega "a Whatsapp o lo que circula por Telegram".

Méndez de Vigo: "Hay que evitar que grupos anónimos en Internet desestabilicen la democracia"

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, defendió en la clausura la adopción de medidas legislativas para "evitar que pequeños grupos escondidos bajo el anonimato de Internet desestabilicen nuestros sistemas democráticos mediante la difusión de informaciones falsas o manipulaciones con fines propagandísticos".

El ministro afirmó que "la revolución de las comunicaciones ha desatado una crisis de credibilidad que afecta a los medios, perjudica la formación de la opinión pública y puede llegar a poner en riesgo la transparencia y normalidad del Estado democrático". "Incluso puede poner en riesgo la seguridad", advirtió, "como hemos tenido ocasión de comprobar en fechas recientes con graves casos de manipulación informativa, ejecutada por manos anónimas desde medios y en redes sociales en procesos electorales que todos conocemos, que han generado confusión y desasosiego y confusión".

 

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