LES LUTHIERS…, PREMIO PRINCESA DE ASTURIAS DE LAS ARTES A LA GENIALIDAD

Por Javier Atance Ibar Les Luthiers, son desde siempre, ese grupo que hace que su sonrisa cambie el mundo, y que nunca permitió que la penosa política argentina les hiciese cambiar la suya, convirtiéndose en el grupo de humor más querido en todo el ámbito del idioma español. Más vale tarde, que nunca y por fin, tras haber sido nominados varios años en las quinielas de los posibles ganadores del premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2017, lo han obtenido en esta edición y les será entregado en octubre.

Este importante premio distingue cada año a las actividades culturales de reconocido prestigio en toda la zona de influencia hispana, en esta ocasión lo han conseguido Les Luthiers, y mutuamente saldrán beneficiados ambos, el premio por la acertada elección y los premiados por ver reconocidos sus años de trabajo musical genial haciendo además más grande a la lengua de Cervantes, con otro acento.

La historia comenzó hace medio siglo con Laxatón, una cantata elaborada sobre el prospecto de un laxante. En sus inicios, Les Luthiers eran cuatro miembros, luego fueron siete y más tarde  fueron oscilando entre cinco y seis, que han mantenido el espíritu original del grupo, a pesar de sufrir importantes bajas en estos años. La primera, la temprana muerte de Gerardo Masana en 1973, su primer líder, creador de la mayoría de sus instrumentos informales, y la última, en 2015 cuando murió Daniel Rabinovich, que les pidió personalmente que no desapareciera el grupo aunque él faltase.

Todos tenemos su imagen clásica sobre un escenario, trajeados de impecables smoking, jugando al humor absurdo e intelectual y siempre arropados por la música clásica que brota mágicamente de sus alocados instrumentos. Les Luthiers son un soplo de aire limpio y fresco en el, a veces, contaminado ambiente musical desde hace muchos años.

Músicos veteranos, jamás han pasado de moda, con masas de seguidores que agotan las entradas de venta anticipada en cualquiera de los escenarios del mundo donde se anuncian. Siempre llenaron en sus primeros años el Teatro Rex de la Gran Vía en su semana que dedicaban a Madrid, pero siguieron llenando cuando los llevaron al Palacio de los Deportes, con una nota común todos los años, o reservas la entrada con mucha antelación o te quedas sin verlos.

En la década prodigiosa de los sesenta nace la idea del grupo Les Luthiers en la universidad argentina, dentro del coro universitario de la escuela de ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Eran un grupo de estudiantes de medicina, química, derecho, ingeniería, que se divertían cantando juntos y tras años de recorrer escenarios, por todos los países de habla hispana fundamentalmente, primero de cabaré en cabaré y luego en grandes espacios con llenos absolutos siempre, dieron forma a ese grupo de comediantes caracterizado por fabricar instrumentos imposibles, (que curiosamente suenan y muy bien por cierto).

Su presencia en el mundo del espectáculo musical fue un bombazo, y es que desde el primer momento, a su faceta de comediantes únicos, unieron la de músicos geniales que hacían sonar instrumentos impensables fabricados con materiales del reciclaje, demostrando que la buena música la hacen músicos geniales que arrancan sonidos y belleza musical mágicamente, de instrumentos imposibles de comparar con los que habitualmente vemos en las familias de los instrumentos de cuerda, viento y percusión. Crearon personajes ficticios inolvidables, el de mayor éxito sin duda, Johann Sebastian Mastropiero, que habría de convertirse en el común denominador a lo largo de su carrera. Un Bach gruñón, desmañado, hedonista, argentino sabihondo, genio despistado, quijote con delirios, pero siempre irónico y encantador.

Su show actual se llama Gran Reserva y es una antología que podemos ver en España en septiembre y en concreto en Madrid, del 17 de octubre al 15 de noviembre. Ellos mismos se han definido así: “un grupo de humoristas que se han subido al taxi de la música”. Y en él siguen, maduros, pero con ganas de no bajarse del mismo mientras el cuerpo aguante.

El premio es algo más que un reconocimiento al humor elegante e inteligente, que ya lo justificaría, es un galardón que quiere distinguirles porque ellos son además de personas intelectualmente brillantes, innovadores luthiers, excelentes músicos, inolvidables actores de teatro, y ejemplares mimos. En palabras de Víctor García de la Concha, Presidente del  Jurado, Les Luthiers “es uno de los principales comunicadores de la cultura iberoamericana desde la creación artística y el humor”.

Con el Nobel de Literatura de Dylan, y el Princesa de Asturias de Comunicación para Les Luthiers, los grandes premios han roto barreras y se han hecho populistas al democratizarse. Con Bob Dylan es la primera vez que podemos asegurar que han premiado a un autor cuya obra hemos leído todos y en todo el mundo. Con Les Luthiers la buena música y las ideas convertidas en letras agudas, hacen malabares y brotan de instrumentos informales que han roto las barreras de las familias musicales para que sus sonidos penetren en nosotros, por una doble vía, la de los sentimientos y la de la inteligencia.

Desde sus inicios hasta la actualidad han compuesto más de 170 canciones, han construido más de treinta instrumentos musicales y han ofrecido más de 4.000 actuaciones ante más de nueve millones de espectadores. Actualmente integran Les Luthiers seis humoristas, Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortes, Jorge Maronna, Marcos Munstock, Horacio Tatov Turano, Martin O'connor y felicidades a todos ellos por el reconocimiento y los honores de tan importante premio.

La ceremonia solemne de entrega de estos premios Princesa de Asturias, se celebrará en Oviedo, (Principado de Asturias), en la segunda quincena del mes de octubre y allí estarán encantados con el reconocimiento.

Lo fácil es recibir un premio.., lo difícil es merecerlo, pero en esta ocasión, no hay ninguna duda: se lo merecen por practicar el humor, esa gran una virtud social que nos desconecta del mundo durante sus conciertos, porque podemos estar tristes en soledad, pero para reírnos necesitamos la presencia de otras personas y ellos nos reúnen para eso.

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