EL FUTURO YA NO ES LO QUE ERA

 Los días se arrastran y los años vuelan”, escribía Irène Némirovsky en 'El ardor de la sangre' en 1942. En ningún momento es tan cierto este proverbio oriental como en la bienvenida a un año nuevo. Y tanto en la serena madurez como en la impaciente juventud, pues, como escribiera don Francisco de Quevedo, “vivir es caminar breve jornada”.

Mientras tanto “carpe diem”, vive la vida y aprovecha la juventud o recupérala en lo que aún puedas, no dejes pasar impávida la fortuna, vive intensamente las sensaciones, retrasa el tiempo envidioso, prolonga el cuerpo y disfruta de los más selectos productos que te ofrece la sociedad de consumo. Vive lo que nadie vive, porque el tiempo se va, y se va, y se va...y ya se ha ido.

Predicciones para 2018

El año pasado por estas fechas anunciábamos los acontecimientos de 2017. Muchas cosas nos dejaron las antiguas profecías”, escribió otra vez Quevedo con su sorna: “dijeron que en nuestros días todo sería lo que Dios quisiera”.

El año 2017 será “movidito” –dijeron tarotistas y videntes– ya que se produciría una fuga nuclear, aunque no se sabe de qué central atómica; y dimitiría el recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mientras que el Real Madrid ganaría la Liga y Messi sería tentado para irse del Barça. También hablaron del proceso independentista catalán, asegurando que el 2017 “será la llave para abrir la puerta de la independencia” y recomendando el 24 de septiembre de 2017 para hacer un hipotético referéndum, “porque será la mejor fecha astrológicamente hablando”.

Sobre el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, dijeron que “tiene juego bajo mano, augurando que España seguirá creciendo económicamente y que el PSOE “se va a fracturar”. Casi todas las bolas de cristal coincidieron en que el mejor jugador de fútbol de la historia, Lionel Messi, “estará mucho tiempo en el Barça, pero tendrá algunas tentaciones peligrosas por cuestiones económicas”, aunque será Cristiano Ronaldo el que volverá a ganar el Balón de Oro. Otros asuntos en los que se “mojaron” los videntes fue sobre la boda entre Isabel Preysler y Vargas Llosa, que aseguraron no se produciría en 2017; y respecto a la situación de Venezuela pronosticaron que “hasta dentro de dos años y medio no verá la luz, aunque irá mejorando a pasos de hormiga”.

Las predicciones de Nostradamus

Las predicciones y profecías sobre España que se han realizado en años anteriores han acertado en algunas cosas y en otras no, pero nadie tan “solvente”como Nostradamus anunciando acontecimientos terribles ocurriendo en 2018.

En torno a ello Nostradamus profetizo grandes terremotos e inundaciones en todo el planeta, que afectará a Rusia y España principalmente con graves inundaciones, lo que hará subir las aguas del mar y muchas ciudades costeras verán peligrar su integridad, debido todo ello al irrefrenable cambio climático. Ciudades como Cádiz, Valencia o Barcelona estarán amenazadas por las aguas del mar.

El mapa autonómico de España podría cambiar, ¿tal vez una nueva autonomía o tal vez la separación de Cataluña de España? Parece que la segregación catalana dista mucho de ser una realidad, al menos para los analistas políticos.

Habrá que tener cuidado con los peligros biológicos: se cree que una nueva cepa del ébola podría ‘escapar’ y matar a miles de personas: la cercanía de España a la zona de conflicto y la lucha de nuestro país contra éste virus lo señalan como uno de los objetivos de ésta tragedia. Igualmente con el peligro terrorista que está asolando a Europa y que tienen a España en el punto de mira. Una personalidad del panorama español fallecerá, no se indica quién, sólo que es de elevado rango, tal vez un expresidente de gobierno, un líder de la oposición o el rey emérito, todo es especulativo.

En las predicciones de Nostradamus se dice que el Anticristo llegará antes del 2050, teniendo este ya unos 40 años de edad. Aquellos que han interpretado sus profecías -como Jean-Charles de Fontbrune o Herbie Brennan– ubican una próxima Tercera Guerra Mundial y surgen nombres implicados como Vladimir Putin, Israel o la OTAN.

La “maga” Tavares, una vidente colombiana famosa que predijo la muerte de varias celebridades –la mujer anticipó la separación de Angelina Jolie y Brad Pitt, la renuncia de Benedicto XVI y la muerte de Juan Gabriel– y desastres naturales alrededor del mundo, hizo algunas predicciones sobre el 2018, las cuales incluyen al presidente estadounidense Donald Trump, una guerra nuclear y el Mundial de Rusia 2018 para Brasil.

En un reciente video  aseguró que a México le esperaba una “pérdida de terreno grande y muchas muertes” causadas por una “energía de purificación”; pero eso no es todo, pues prevé un tsunami en Indonesia, el desbordamiento del Río Misisipi y nuevas erupciones volcánicas en México y Colombia. Las últimas predicciones de Tavares  advierten la destrucción de seis ciudades de Estados Unidos causadas por armas nucleares, entre ellas Los Ángeles. Esto no es lo más sorpréndete, pues la vidente mencionó la muerte de Donald Trump: “En los primeros años de su presidencia, a él lo mata un norteamericano”.

Las Cabañuelas aseguran que el año 2018 será de extrema sequía en España, y que apenas habrá posibilidades de lluvia en los primeros días de enero. El cabañuelo alerta: "Será el peor año meteorológicamente hablando de los que recuerdo, casi completamente seco".

Regreso al futuro

 El riesgo de equivocarse es alto, pero disminuye a medida que aumenta el conocimiento de quien hace la predicción, como escribió el filósofo Mario Bunge: “La concepción del mundo del hombre contemporáneo se funda, en medida creciente, sobre los resultados de la ciencia: el dato reemplaza al mito, la teoría a la fantasía, la predicción a la profecía”.

Si uno toma como termómetro de la gente el cie que se realiza en la actualidad, la respuesta es clara: el final de la crisis ni se ve ni se espera. Varios realizadores coincidieron en retratar cómo será la sociedad española del mañana, y ninguno de ellos nos dejó una visión muy halagüeña. El primero en viajar en el tiempo fue Santiago Segura. Torrente fue al año 2018 para mostrarnos cómo sería la España de entonces. La situación no podía ser peor. Anoten: La gente hace cola para entrar en la cárcel, porque así se aseguran un plato de comida y un techo; España ha salido de la Unión Europea; la peseta ha vuelto a reinar; Cataluña se ha independizado y todo está asolado menos Eurovegas. Una visión con algo de fantasía y mucha mala leche.

Pero los dardos del director no se quedan ahí y también imagina un 2018 en el que Mariano Rajoy sigue en el poder y el líder de la oposición no se llama Pedro Sánchez, sino Pablo Iglesias. ¿Les suena familiar? A pesar de que Santiago Segura crea que todas sus películas son "políticas", en la quinta entrega de Torrente afiló sus cuchillos y mostró su pesimismo hacia la situación actual del país.

Santiago Segura no ha sido el único en imaginar un futuro en el que la crisis sigue con nosotros. También lo han hecho los directores Adán Aliaga y David Valero en “El arca de Noé”, una de las propuestas más inclasificables del cine español reciente .

La película nos traslada hasta 2020. Allí no hay ni casas inteligentes ni coches voladores; sólo paro, fábricas que aplican ERES y mucha desolación. De fondo en la radio se escucha al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que desde las ondas anuncia que el final de la crisis está cerca. Como Santiago Segura, los directores imaginan un porvenir en el que el gallego seguirá en Moncloa y el dinero se gasta en tarjetas opacas. Los protagonistas del filme imaginan una máquina que les transportará a un universo paralelo donde, ¡sorpresa, sorpresa!, la existencia es igual de gris que en la realidad. Poca esperanza.

Sin embargo el cine, igual que no ve el final de la crisis, también se imagina un futuro en el que España no forma parte de Europa. Lo pone de manifiesto Torrente 5, y de forma más explícita “La gran invención”, el cortometraje del economista Fernando Trías de Bes, que en forma de falso documental cuenta cómo un filme español descubre que la Unión Europea tiene la misma estructura que defendía Adolf Hitler en uno de sus planteamientos económicos (un paralelismo real). El resultado es que en un contexto de crisis económica (que dentro de trece años todavía perduraría) los partidos más débiles salen de la organización y provocan su final. Estos no podían ser otros que España, Grecia, Irlanda e Italia.  Un futuro descorazonador que se parece demasiado a una realidad aun peor.

Futuro inquietante

Piensa en un día cualquier del año 2050. ¿Crees que entonces podremos diseñar humanos a voluntad, cortando y pegando lo que no nos guste de nuestro genoma? ¿Podremos revertir el envejecimiento y vivir en un mundo sin cáncer? ¿Habrá llegado el momento en el que los robots habrán superado al ser humano? ¿Nos habremos percatado de la amenaza que supone el cambio climático, y habremos conseguido frenarlo? ¿Podremos hacer turismo por el espacio? ¿Habremos encontrado vida ahí fuera?

En los diarios del mundo se lo recuerda como un escritor y también como un “futurista”, un gurú o un visionario, porque sus teorías e hipótesis sobre los cambios de las sociedades se han ido comprobando a medida que pasaba el tiempo. Se llamaba Alvin Toffler y murió el 27 de junio, a los 86 años, en su casa de Los Angeles. Toffler alcanzó fama mundial en 1970 con el libro “El shock del futuro”, al que siguió “La tercera ola” (1980), en los que describía los cambios a los que se enfrentarían los países industrializados, cuyas economías pasarían a ser posindustriales y basadas en el conocimiento, y el impacto de los cambios tecnológicos rápidos en la sociedad.

 El autor predijo correctamente que una economía basada en el conocimiento eclipsaría la era postindustrial y cambiaría el enfoque de la manufactura y la mano de obra hacia la información y los datos. "Los analfabetos del siglo XXI no serán aquéllos que no puedan leer o escribir, sino aquéllos que no puedan aprender, olvidar el aprendizaje y volver a aprender", escribió en una de sus observaciones. Toffler también predijo la propagación de los medios interactivos, los sitios de chateo en internet y los dispositivos que te recuerdan "tus propias citas". "La tecnología avanzada y los sistemas de información harán posible que mucho del trabajo de la sociedad pueda realizarse en casa por medio de telecomunicaciones por conexiones de computadora", escribió.

Con sus predicciones centradas en la condición humana más que en los avances científicos, Toffler pronosticó un futuro en el que una mujer sería capaz de "comprar un diminuto embrión, llevarlo a su médico, tenerlo implantado en su útero... y después dar a luz como si hubiera sido concebido en su propio cuerpo". Su pronóstico de que los humanos podrían engendrar bebés con "vista y oído superiores a lo normal" y otras capacidades ahora es visto como excéntrico, pero sí logró predecir el avance de la clonación. "Una de las posibilidades más fantásticas es que el hombre sea capaz de crear copias biológicas exactas de sí mismo", escribió.

Toffler predijo que un síntoma de los rápidos cambios sociales sería la disolución de la unidad familiar. El autor notó que éstos conducirían a un incremento en las tasas de divorcio y a que la sociedad comenzara a acoger a la comunidad LGBT. Escribió: "... también veremos muchas más unidades "familiares" que consisten de un solo adulto soltero y uno o más hijos. No todos estos adultos serán mujeres... A medida que la homosexualidad se vuelve más aceptable socialmente, incluso comenzaremos a encontrar familias basadas en el matrimonio homosexual". También reconoció un cambio de la sociedad para retrasar la decisión de tener hijos. "¿Por qué no esperar y comprar tus embriones más tarde, después de que tu carrera profesional terminó?". "Por lo tanto es probable que se extienda entre las parejas jóvenes y de mediana edad la tendencia de no tener hijos y que sea más común que los sexagenarios críen infantes".

En la era de Amazon y de la proliferación de las ventas en internet y economías compartidas, las observaciones de Toffler sobre el consumismo como tendencia global parecen acertadas. "La gente del futuro podría sufrir no por la ausencia de opciones sino por un paralizante exceso de éstas. Podrían volverse víctimas de ese dilema particular de lo superindustrial: el exceso de elecciones". Al acuñar el término "prosumidor" (la fusión de productor y consumidor), Toffler predijo el surgimiento de un nuevo papel -de producir y consumir-, la tendencia de "hacerlas cosas tú mismo" en cada aspecto de tu vida.

Toffler predijo que las ciudades perderían importancia con "el cambio del trabajo desde la oficina y la fábrica hacia el hogar". Sin embargo, más gente vive ahora en las ciudades que nunca antes. Para 2050, se espera que cerca de 66% de la población mundial viva en áreas urbanas, según cálculos de la ONU.

Colonias en el espacio y ciudades submarinas. El autor creía que "un nuevo espíritu de conquista" llevaría a la creación de "ciudades artificiales debajo de las olas", y a colonias espaciales.

Aunque el legado de Toffler podría estar basado en muchas de las predicciones que hizo en su trabajo, Khanna asegura que en realidad el autor se burló de la obsesión con los pronósticos y las predicciones. De hecho, en “El Shock del Futuro” dice explícitamente que él no estaba haciendo predicciones. "Ningún futurólogo serio trabaja en la predicción", escribió. "Ese es el terreno de los oráculos de la televisión y los astrólogos de los periódicos". Tal como afirma Parag Khanna, aunque Toffler quizás festejaría el análisis predictivo avanzado de hoy en día, "el autor creía que lo más importante era entender los lineamientos generales de hacia dónde nos dirigimos".

El Carpe Diem de cada día 

“Si la vida son dos días, ponle salud y alegría”. La célebre frase de Horacio tiene hoy más vigencia que nunca. Para muchos, el "carpe diem" es sencillamente estar allí, en el sarao, la plaza, el baile del Emperador, con Sissi, la Feria de Sevilla, en la punta de la Eiffel o en los umbrales de la Casa Blanca; para otros, pillar el catálogo completo de un supermercado ideal y fabuloso; para los de más allá, o acá, el amor, o el amor número 1999; y la salud; y ser más rico que Creso; u ocupar un buen puesto en el escalafón celestial, como pedía al mismo Dios la madre de los Zebedeos. Los hay hasta para quienes  bastaría con seguir siendo Peter Pan, hasta el final de los días.  Los estudios sobre otras variantes del "carpe diem" llenan una buena parte de algunas bibliotecas. Por ejemplo: “los momentos únicos de mi vida”, “tras el elixir de la eterna juventud”, “la fenomenología de las sensaciones, o "cómo ajustar con precisión, para un óptimo rendimiento, los cinco sentidos”, “las experiencias que nadie se atrevió a tener”. Como se ve –y, como en todo– aquí también existe la casuística, el raro y el incunable. Es cosa de ponerse a buscar y no dejar que pase su ocasión. “Hay que disfrutar cada momento de nuestra vida, porque es demasiado corta”.  

La del "carpe diem" es una reflexión, entre hedonística y filosófica, que debiéramos hacer, al menos, cada 15 ó 16 años, la mitad de una generación humana y un quinto de la duración de una vida actual. La verdad es que, de forma sesuda y peripatética, o sólo entrevista por el rabillo del ojo, apenas al trasluz de un momento, la idea del "carpe diem" viene y se va muchas veces más; en ocasiones se para y se queda como una foto fija durante unos segundos eternos; y, en otras, pasa como un escorzo, en cualquier vistazo suelto, sin necesidad de que sea durante los solemnes y sentimentales últimos minutos de cada año , los del cava y las uvas, bajo los campaniles nacionales. 

Es en estos nuevos escenarios –nada ajenos a los que frecuentara siglos antes también el romano Petronio–  donde cabría ahora dar lectura a los versos del latino Horacio, autor –que no el único, naturalmente– de una de las expresiones más celebradas de sentir del "carpe diem": “sapias, vine liques; dum loquimur, fugerit invita aetas: carpe diem...”. O lo que es lo mismo: “Sé sabio y saborea tu vino, porque ya se está yendo el tiempo en lo que lo contamos. Vive este momento, y no te cuides demasiado del mañana”, dicho sea en una traducción irreverente.   Y si para Horacio el envidioso es el tiempo que contempla el vivir de los humanos, en esta última década los envidiosos hemos pasado seguramente a ser todos los adultos, que contemplamos  desde la butaca de invitados de piedra, una noche convertida fabulosamente en meridiano de la diversión. 

Pero mientras llega el Apocalipsis, estamos en la época de prórroga o en la moratoria, que –¡más nos vale!– no tiene tiempo fijo, pues “deja abierto el día y la hora” y hasta la causa de la catástrofe.  Razón de más para no mirar al futuro, tal como aconsejaba Horacio. Si, de todas formas, nos lo tenemos que imaginar, mejor con el maravilloso lenguaje de este inglés, el gran Shakespeare, cuando da voz al Próspero de "La Tempestad": “ Los templos solemnes, el inmenso globo/   y todo lo que en él habita, se disolverá /    y, tal como ocurre en esta vana ficción /   desaparecerán sin dejar humo ni estela /  Estamos hechos de la misma materia de los sueños / y nuestra pequeña vida cierra su círculo como un sueño”.   Nunca el "carpe diem" adquiere mayor contundencia que en esta modalidad de la muerte súbita, “porque la muerte, el accidente, el volcán, no esperan ni responden a un plan”.  La naturaleza, a solas, es absurda. El periodo de luz que señala cada día de un calendario –en una situación como la del terrorismo, por ejemplo– comienza con la mañana y acaba cuando se pone el sol: “¿Qué más dosis es posible absorber que las interminables 24 horas? ¿Cómo ser tan insensato como para hablar proyectivamente de vivir?”.  

 

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